Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)
- La acogida familiar a menores extranjeros cuenta con muchas trabas burocráticas mientras hay cada vez más familias españolas que acogen a jóvenes mayores de edad que están fuera del sistema. Hace falta abrir el debate público sobre este tema.
Hace dos semanas entraban a Ceuta más de 8.000 personas, más de 1.500 eran menores de edad y muchas de ellas eran menores de 25 años. Muchos de esos jóvenes siguen en Ceuta, la gran mayoría de ellos en espacios de acogida pero varias decenas continúan escondidos en espacios insalubres y recónditos de la ciudad autónoma. Muertos de miedo y físicamente devastados, solo comen lo que grupos de vecinos les hacen llegar en lo que está siendo un ejercicio de humanidad y amor sin precedentes. La sociedad ceutí lleva años viviendo el desamparo de la juventud migrante barada en su camino a la península. En el reportaje del fotoperiodista Tarek Ananou publicado por la revista Baynana el pasado lunes se recoge el testimonio de una mujer ceutí que entre lágrimas dice a un grupo de chavales: «Aquí no os rechazamos, os veo y veo a mis hijos, ojalá pudiéramos ayudaros a todos».
Muchas de nosotras pensamos lo mismo que esa mujer, si pudiéramos ayudaríamos a todos, pero sentimos que es un problema muy grande que no podemos abarcar. Un año de pandemia y todavía sufriendo los efectos de la crisis del 2008 nos han dejado exhaustas. Pero, atención, la sensación colectiva de miedo, cansancio y tristeza solo se puede solucionar de forma igualmente colectiva. Participar de actividades que nos hagan sentirnos útiles y capaces de traer soluciones a nuestra comunidad es una forma de luchar contra la desidia y la sensación de vacío. No podemos salvar a todos los jóvenes que han llegado dejando a sus familias en otro país, pero podemos ayudar a alguno. Cada vez hay más personas en nuestro país que están acogiendo a jóvenes extranjeros en sus hogares. No se suele tratar de un proceso inmediato, las familias entran en los sistemas de acogida de forma paulatina. Pero una vez que has metido a un joven en tu vida, si el resultado es bueno, resulta tan gratificante que sueles repetir. Y, en estos momentos, hay muchas personas que han recordado que es la vida y la humanidad gracias a estas experiencias. La gente joven tiene una vulnerabilidad intrínseca y una fuerza recién adquirida que les convierte en uno de los grupos más importantes de nuestra sociedad. Y, como sucede con todos los grupos vulnerables, responderán a lo que reciban. Si reciben amor y cariño posiblemente devuelvan eso mismo.
No se debe idealizar el tema tampoco. La adolescencia es una época de la vida las personas especialmente complicada. Es una transición larga y tediosa. Encerrados en cuerpos de adultos, sin generar ya esos sentimientos de dulzura y simpatía que hasta hace poco les protegían, los adolescentes siguen siendo todavía niños y siguen necesitando, seguramente más que nunca, el calor del amor de un hogar. Sin embargo también en es el momento en el que los individuos empiezan a reivindicar su espacio propio enfrentándose a los mayores y al sistema incongruente del que empiezan a ser conscientes. Ingenuidad y rebeldía sumadas en un coctel que a veces se hace absolutamente insoportable para todas las partes. Sin embargo, pese a todo, si se consigue superar el desequilibrio del cambio, tener a gente joven en una familia es de las cosas más bonitas y enriquecedoras que existen.
El problema en España es que, una vez superadas todas las barreras generacionales y culturales, cualquier hogar que quiera acoger a una persona extranjera menor que se encuentre aquí sin su familia tendrá que enfrentarse con enormes trabas administrativas que son absolutamente disuasorias. La protección de la infancia es competencia de las comunidades autónomas y cada una la ejerce a su manera. Es una de las razones principales por las que solo el 10% de estos menores de edad consiguen salir de los centros y contar con acogida en familia. La mayoría de las familias que están acogiendo extranjeros actualmente lo hacen con jóvenes mayores de edad que ya están fuera del sistema. Por eso es indispensable que se abra un debate público sobre este tema. Un debate donde todas las partes puedan contar su experiencia y explicar sus necesidades para conseguir que aquellas familias que lo quieran puedan formar parte de la solución. En este marco el Diario Público acaba de lanzar una encuesta para identificar el conocimiento que tienen los hogares españoles sobre este tipo de iniciativas y estimar el número de familias que estarían dispuestas a formar parte de las redes de acogida para menores en nuestro país y en que condiciones. No dejes de participar, solo tienes que responder a un breve cuestionario pinchando aquí.
Jóvenes, familias, profesionales y organizaciones interesadas en este tema pueden ponerse en contacto con la Fundación por Causa que a través del proyecto europeo FA.B esta trabajando en la recogida de información y la producción de soluciones para promover la acogida de menores extranjeros en familias en España. Igualmente puedes consultar el informe sobre acogida de menores extranjeros en familias en España publicado por la Fundación por Causa el pasado martes 1 de junio.